Todo sobre el mágico mundo de las hierbas y las plantas

El ungüento de las brujas

bruja y escoba

La creencia en las brujas se remonta a la prehistoria, encontrándose en el Antiguo Testamento pasajes que hacen referencia a estos misteriosos seres.

En a alta Edad Media estaba ampliamente difundida la creencia de que las brujas volaban por los aires y que daban muerte a los niños para alimentarse.

Se podían presentar bajo las más diversas apariencias y eran capaces de causar el «mal de ojo» a sus enemigos.

Era fundamentalmente, durante el «sábado de las brujas» cuando éstas volaban por la noche.

Sirviéndose para ello de objetos o animales (especialmente escobas o machos cabríos) en los que cabalgaban, después de aplicarse ungüentos especiales.

El punto de partida de la brujería, es por tanto la creencia supersticiosa en unos seres femeninos extraordinarios, dotados de cualidades mágicas y capaces de realizar hechicerías.

La creencia en el poder de las brujas para reali­zar maleficios, perduró por mucho tiempo.

EL UNGÜENTO DE LAS BRUJAS

Según los testigos, las brujas se desnudaban de noche, untaban su cuerpo con adobos especiales, montaban en una escoba y se iban de viaje.

Chupaban la sangre de los enemigos, atormentan a los niños, los hacían enfermar y se podían morir si no se les pone una bolsita con los Evangelios o la Regla de San Benito.

Un denominador común de todos los relatos de brujas, es el rito de untarse el cuerpo con determinadas sustancias, antes de comenzar los Aquela­rres. Esta untura es conocida como el ungüento de las Brujas, cuya composición permaneció oculta, salvo por aquellos iniciados en las artes de la brujería.

La imaginación popular siempre ha visto en el famoso ungüento, una panacea para las penas de la vida y la llave dorada, que abría las puertas de deleitables paraísos.

La esperanza de estas promesas indujo a muchas mujeres a intentar la aventura y hacerse brujas.

Secretismo de su composición

Las investigaciones encaminadas a averiguar la composición del ungüento siempre dieron escaso fruto.

brujas preparando poción

A pesar que disponían de medios disuasorios muy eficaces, el secreto en torno al ungüento de las Brujas, no cayó ni bajo la acción de los más severos jueces del Santo Tribunal.

Nosotros desde Plantisetherbis, nos hemos interesado vivamente por el tema.

Hemos sostenido contacto y trato secreto con curanderas, brujas y hechiceras, en busca de respuestas sobre las propiedades, reales o supuestas, de numerosas plantas.

Deducimos, dentro de los limites que nos han dejado investigar estos personajes, que durante siglos la Mandrágora formó parte de tal ungüento y así mismo hay evidencia de que muchos formularios le añadían dosis reforzadas de Cicuta, Mandrágora, Adormideras, Beleño, Solano y Bella­dona.

LOS COMPONENTES DEL UNGÜENTO DE LAS BRUJAS

LA CICUTA

La Cicuta, es una planta venenosa perenne­ ciente a la familia botánica de las umbelíferas.

Cicuta mayor

La Cicuta mayor, «Mexacán» o «Mixacán» (Co­nium maculatum de Linneo), es una hierba de un metro o más de estatura, con las hojas varias veces divididas y con el tallo manchado de púrpura en la base.

Sus flores blancas se disponen en umbelas de numerosos radios.

Es frecuente en los bordes de caminos, ribazos y escombreras.

Su elevada toxicidad es debida a que contiene cinco alcaloides, de los cuales el principal es la coniína; una pequeña dosis de la misma (de 0,5 a 1 gramo) es suficiente para provocar la muerte por parálisis del aparato respiratorio.

Esta propiedad era conocida en la Antigüedad utilizándose para ejecutar a los condenados: Sócrates murió de esta manera en el siglo 399 a. de J.

Cicuta menor

La Cicuta menor o «apio de perro» (Aethusa cynapium de Linneo) es otra umbelífera igualmente venenosa y de efectos mortales.

Puede ser confundida con el perejil en la recolección, ya que se comporta como «Mala hierba» de cultivos y huertas.

Reciben así mismo el nombre de ci­cuta otras umbelíferas como Anthriscus sylves­ tris (Linneo) Hoffman. ( «Cicutaria»), propia de los bosques y malezas y a sus tallos «ca­ñaveras»,.

Otra umbelífera sumamente tóxica y abundante en los herbazales, y en bordes de corrientes de agua y cunetas, es el «Nabo del diablo» o «Perejil de Brujas» (Oenanthe crocata de Linneo).

Ésta hierba es de hasta un metro de altura, de olor a apio y hojas parecidas a las del perejil.

Su tallo subterráneo está constituido por un grueso tubérculo alargado que contiene un jugo anaranjado con una elevada concentración -durante el período invernal- de la sustancia tóxica cenantotoxina.

LA MANDRAGORA

La Mandrágora (Mandragora autumnalis de Bertoloni), es una hierba perteneciente a la familia botánica de las solanáceas.

Su tallo es tan corto que se reduce a la cepa soterrada, la cual echa una profunda y gruesa raíz, a modo de nabo, que extiende en su torno un rosetón de hojas que recuerdan a las de la acelga.

Las flores nacen en medio del rosetón y la corola tiene forma semejante a la de un cencerro, de tonalidades azul violácea, divididas en cinco lóbulos triangulares.

Esta planta se cría en los terrenos húmedos o inundados durante el otoño.

Facultades mágicas de la mandragora

Las virtudes y supersticiones relativas a las facultades mágicas de la mandrágora se remontan a tiempos antiquísimos y llegaron a Europa desde el Próximo Oriente.

Figuraba como especie medicinal en diversas prescripciones del Papiro de Ebers, muchos siglos antes de nuestra Era.

En el Génesis, capítulo XXX, versícu­los 14, 15 y 16, hay referencias al uso ancestral de esta planta.

Fue también bandera de guerra, porque la enseña que campeaba en el estandarte de combate de la tribu de Rubén, alude a la peculiaridad de su raíz bifurcada, razón por la que Pitágoras la llamó antropomorphon, que significa figura humana.

Plinio, en el Libro XXV, capítulo 94, aconsejaba que a la mandrágora se la arrancase según una estricta prescripción que aún es regla:

  • «Los que la cogen, procuran que el viento no les venga de cara y, con una espada, describen tres círculos en torno a ella antes de arrancarla, lo cual realizan mirando al Poniente».

Josephus Flavus, en su obra «De bello judaico» (del siglo I de nuestra Era), describe las ceremonias y ritos que acompañan a la recolección de la planta:

  • «Arrancar la mandrágora es empresa ardua, porque se adueña de quienes se acercan a ella, salvo si antes ha sido rociada con orina de mujer o sangre menstrua».

Pero aún entonces, es bien cierto que basta tocarla para morir .

El BELEÑO

El Beleño (Hyoscyamus niger de Linneo) es una hierba anual o bianual perteneciente a la misma familia botánica que la «mandrágora» (so­lanáceas).

El beleño es una planta pubescente, viscida y de olor desagradable.

Sus hojas son toscamente dentadas.

Sus flores son de color ocráceo, púrpura en la base, con numerosas venillas ‘de color violáceo oscuro unidas entre sí formando una especie de redecilla.

El origen del nombre «beleño» parece ser que proviene del dios galo Belenus, al que estaba consagrada esta planta.

En la mitología gala, Beleno representaba lo mismo que Apolo entre los griegos y romanos; si bien en la Galia, al beleño se le llamaba «belinuncia» (derivado de Belenus o Belinus), el historiador romano Plinio mencionaba la .planta bajo el nombre de «Apolli­naris» (procedente de Apolo).

Propiedades del beleño

Por la acción narcótica de esta hierba, su nombre popular originó el verbo embeleñar ; embeleñar es adormecer con beleño, aunque antiguamente embeleñar (y también embeliñar y embelli­mar) equivalían a envenenar.

El uso del «beleño» contra el dolor de muelas tiene orígenes tan remotos que en la antigua Babilonia ya lo empleaban con este fin, figurando en el «Papiro de Ebers», más de quince siglos anterior a nuestra Era.

Se le daba los nombres de «Dentaria», «Dentelaria» y «Dintilaria», que se daban al beleño en el latín del Medioevo, así como los de «Dente cavallino», «Herba del dente» del sur de Francia.

El origen de este nombre se debe a que, los frutos del «beleño negro» asemejan una muela podrida, arrancada y con sus raíces al aire. Estaba muy arraigada la creencia de que con la inhalación de sus vapores saltaban, de los dientes cariados, los gusanos que los destruían.

La toxicidad del beleño se debe a su elevado contenido enalcaloides: la hiosciamina, la atropina y la escopola­mina.

Beleño, brujos, brujas, druidas y demás personajes

Presenta propiedades calmantes, estupefacientes y narcóticas, como dice el refrán: «al que come beleño, no le faltará el sueño».

druida

Esta propiedad fue aprovechada, durante la Edad Media, por los desaprensivos que frecuentaban los baños públicos dotados de calefacción.

Éstos echaban las semillas del beleño sobre las ascuas con el objeto de atontar y adormecer con el humo a los bañistas adinerados y así despojarlos tranquilamente de sus pertenencias.

Esta planta fue una de las más empleadas por los druidas o hechiceros de los celtas, depositarios de sus secretos naturales, la cual entraba en la composición de casi todas las pociones sagradas.

La tradición habla de la ceremonia para pedir agua, que se desarrollaba así:

  • los druidas elegían la virgen más joven y bella de entre todas las mujeres del poblado
  • para representar a la naturaleza sedienta de lluvia fecunda, la doncella penetraba en el bosque acompañada por el druida mas viejo y sabio
  • buscaban hierba sagrada, el «beleño»
  • luego bañaban sus raíces en un arroyo y volvían a la aldea a la espera de la lluvia divina.

Entre las falsas virtudes atribuidas a esta hierba destacan en primer término las afrodisíacas; por esta causa entraba en la composición de las bebidas mágicas y filtros de amor, cuya fórmula era celosamente guardaba por alquimistas y brujos.

LA BELLADONA

La Belladona (Atropa belladonna de Linneo) tiene una composición química muy similar a la del beleño, por lo cual las propiedades de ambas solanáceas son muy parecidas.

Es una planta vivaz .de hojas grandes de figura ovalada, con las flores de color violáceo pardusco, más o menos oscuro, de un amarillo sucio en su interior y con venas de color vinoso.

Habita en los hayedos y robledales del cuadrante nororiental de la Penín­sula Ibérica.

El nombre de «herba della donna» que, según Mattiolo, daban en Italia a esta planta, quedó consagrado como epíteto específico a partir de Linneo.

Si el genérico -Atropa- justificado por la toxicidad de estos vegetales, recuerda a una de las parcas de la mitología griega, de la que dependía la vida de toda la humanidad, el específico popular -belladónna – alude al uso de esta planta en el arte cosmético de la mujer italiana de aquellos tiempos, ya que con sus frutos, de zumo morado que se torna fácilmente añil, trataban de embellecer sus ojos, abrillantando y agrandando las pupilas por la virtud midriática de la atropina.

EL ESTRAMONIO

Otra planta de la misma familia botánica (solanáceas), el Estramonio o «Hedionda» (Datura stramonium de Linneo) tiene las mismas virtudes que el beleño y la belladona.

Sus grandes y blancas flores surgen de mayo a Octubre, siendo lo más típico y característico de la planta sus frutos, grandes, ovoides y erizados de espinas verdes.

Sus hojas, raíces y semillas contienen un alcaloide, que en parte se puede encontrar transformada en atropina, por lo que resulta sumamente tóxica.

Otras plantas venenosas pertenecientes a la misma familia de las solanáceas son los Solanos, conocidos como Dulcamara (So­lanum dulcamara de Linneo) y la «Hierba mora» o Tomatillos del Diablo» (Solanum nigrum de Linneo ).

La primera, de flores púrpuras y bayas rojas, vegeta en los matorrales ribereños y herbazáles nitrófilos, mientras que la segunda – de flores blancas y bayas negras- es propia de bordes dé caminos y escombreras.

Los tallos de ambas contienen alcaloides tóxicos que también se encuentran en las bayas de la «Dulcamara».

LA ADORMIDERA

La Adormidera (Papaver somniferum de Linneo), es una planta anual de grandes flores provistas de cuatro pétalos de tonalidad variable (blancos, rosados, violáceos, etc.) negruzcos en la base y más o menos profundamente divididos en los bordes.

Se cría en los jardines (variedad hortense), sobre todo las formas de flores dobles,muy ornamentales ( Adormidera de jardín o de Holanda), y a veces espontáneamente, cerca de ellos o de los campos dedicados a su cultivo como planta medicinal (variedad somniferum) .

La adormidera se cultiva en gran escala en Asia Menor, Turquía, Irán y otros países del Oriente, para la extracción del opio y para beneficiar del aceite de sus semillas, empleado en diversos usos industriales y culinarios.

La «adormidera» contiene unas dos docenas de alcaloides, disueltos en el jugo lechoso o látex que fluye de la planta cuando se hacen cortes en sus cápsulas inmaduras.

El más importante de ellos es la morfina, que se halla en dicho jugo cuajado, o sea en el opio, en cantidad variable. Otros alcaloides que contiene el látex son la codeína, la papaverina y la narcotina.

Estas plantas contienen un alcaloide llamado readina, que también se encuentra en el opio, pero no morfina como hace tiempo se había supuesto.

Los pétalos y las cápsulas de las amapolas se utilizaron para combatir los accesos de tos de niños y ancianos, así como por sus propiedades ligeramente narcóticas, para facilitar un sueño apacible a los infantes.

Conclusión, brujas y ungüentos

Todas las plantas que hemos descrito, tienen la virtud de producir, en las personas que las toman, una sensación de gran ligereza, como si volaran por los aires.

Durante los aquelarres, los participantes o bien tragaban bolitas de pócima o se friccionaba el cuerpo con el Ungüento de las Brujas.

Se llegó a tal sutileza que se untaban solamente las partes del cuerpo cubiertas con piel más fina, como los senos, axilas e ingles.

También se cubría con emplastos las zonas donde las arterias son más superficiales o abultadas, como cuellos y sienes.

Tales métodos respondían a un hecho cierto: los principios activos del beleño, así como los de la belladona y la mandrágora, penetran a través de las membranas mucosas, por ejemplo de la vagina o del intestino recto.

Los alcaloides se disuelven en el ácido oleico y los oleatos en el aceite de los ungüentos.

En las alucinaciones sufridas se contaban contactos carnales con el demonio en forma de macho cabrío.

Además de extraños viajes en los que se remontaban por los aires, quizá montados en escobas que, salvando las distancias de tiempo y lugar.

bruja caminando de noche

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