
Vamos a estudiar aquellas plantas , que por sus mitos, leyendas o incluso por sus propiedades reales, se han considerado dentro de las tradiciones ancestrales como hierba mala o plantas maléficas
El nogal
Entre las plantas a las que rodea una leyenda negra, debido a los poderes maléficos que le atribuyeron, figura en primer lugar el Nogal .
Este árbol de gran porte es oriundo del Próximo Oriente, desde el norte de Grecia hasta el Himalaya.
Su introducción en el resto de Europa comenzó con los romanos y fue extendido ámpliamente durante la Edad Media para aprovecharse de sus frutos y madera.
El fruto del nogal madura desde el otoño.
El uso que en otros tiempos se dio a los frutos del nogal, como remedio a los males de la cabeza, se debió a que se creía que por las similitudes que guarda con el cerebro humano.
Los defensores de esta teoría consideraban que las cáscaras verdes representaban el cuero cabelludo, la dura y leñosa correspondía a los huesos del cráneo, la delicada membrana amarilla que recubre la parte carnosa de la semilla equivalía a las meninges y la propia semilla a los hemisferios cerebrales.
Del nogal se decía que las aguas que pasaban por debajo de sus raíces· provocaban el bocio en aquellas personas que la bebían.
Igualmente se creía que su sombra era peligrosa para la salud y enfermaba a quien se sentaba o dormía en su círculo.
Si bien en otro sentido, también pueden considerarse como plantas maléficas aquellas tóxicas para el hombre o el ganado.
Mencionemos únicamente la Vedegambre, el Cólquico, el Yerbunegru, el Napelo y el Tejo.
La vedegambre
La Vedegambre, «Vegadambri», «Vedegam bri», «Vedagambri» o «Eléboro blanco» (Veratrum a/bum de Linneo) es una esbelta y robusta hierba vivaz, de la familia botánica de las liliáceas, con grandes hojas de tonalidad amarillenta.
Habita en las zonas montañosas, cerca de las corrientes de agua y entre los grandes bloques desprendidos de las cumbres, donde exista una fuente o un manantial.
La planta contiene dos alcaloides principales (protoveratrinas A y B), que constituyen un veneno narcótico acre muy vio lento; aplicados sobre la piel producen una dolorosa sensación de calor y acaba anestesiándola.
Las facultades más importantes de los alcaloides de esta planta son las hipotensoras, que actúan en cantidades inferiores a la décima de miligramo.
Su acción se ejerce sobre los centros reguladores del cerebro y debido a su alta toxicidad, la dosis mortal para el hombre se sitúa entre uno y dos gramos de rizoma pulverizado.
Su administración ha de hacerse bajo la más estricta vigilancia facultativa.
Por esta capacidad tóxica se emplea en algunas localidades asturianas para eliminar los roedores de los pajares.
El cólquico
El Cólquico (Colchicum autumnale de Linneo) es una planta bulbosa perteneciente a la misma familia que la «vedegambre» (liliáceas), cuyas grandes y vistosas flores rosadas son frecuentes en los prados, desde finales de primavera hasta el otoño.
Sus bulbos y semillas contienen un violento veneno, la colquicina, que actúa sobre el sistema nervioso, provocando la muerte por parálisis del aparato respiratorio.
El yerbunegru
El Yerbunegru o «Eléboro verde» (Hellebo rus viridis Linneo, subespecie occidentalis (Reuter) Schiffner), es una ranunculácea vivaz frecuente en los hayedos, bosques frescos y matorrales.
Tiene las flores poco vistosas, de tonalidad verdosa y las hojas divididas- como los dedos de la mano.
Es un purgante violento que no debe. ser usado en medicina casera ya que contiene un principio tóxico para el corazón, la heleborina.
Utilizaban esta planta para librar al ganado de sus enfermedades epidémicas.
Para ello atravesaban con una aguja la papada de los bueyes, la piel que cubre por debajo el cuello de los caballos y las orejas del ganado lanar, e introduciendo en las heridas una fibra de la raíz de esta planta.
El napelo
El Napelo, «Matalobos azul» o «Acónito» es otra planta de la familia de las ranunculáceas, de flores azules en racimos terminales alargados; las piezas de la parte superior de la flor, en forma de casco, protegen a las restantes; las hojas inferiores son grandes y profundamente divididas como los dedos de una mano.
El napelo habita en los herbazales húmedos de los valles y montañas de la región, siendo considerada como una de las plantas más tóxicas de Europa.
Es un anestésico potente para ciertas neuralgias, pero sus aplicaciones son exclusivas del dominio médico.
Su principio activo, la aconitina, en dosis muy pequeñas (tres a seis miligramos) es mortal para el hombre, por lo que hay que extremar la prudencia con este vegetal.
No debe cogerse, pues el veneno penetra a través de la piel y su contacto puede provoca graves intoxicaciones y dermatitis.
El envenenamiento es muy rápido, dejándose sentir pronto los síntomas y la muerte sobreviene en un tiempo máximo de cuarenta y cinco minutos.
Tejo
El Tejo, (Taxus baccata de Linneo), es un árbol de ancha copa.
Sus flores, unisexuales, se sitúan en pies de planta distintos.
Originaria de Asia, se extendió por toda Europa.
No siendo rara en las plazas de los pueblos (en cuyo entorno se celebraba el concejo abierto) ni frente a las iglesias ermitas, vestigio del ancestral culto que le tributaron los prerromanos y que perduró en la era cristiana.
Esta gimnosperma no forma bosques, sino que se asocia a otros árboles en las umbrías, preferentemente sobre suelos calizos, por lo que no es extraño encontrarlo en los hayedos de la región donde su follaje verde-oscuro resalta frente a la tonalidad más clara de las hayas.
Los pueblos primitivos usaban el tejo para envenenar las flechas.
No era infrecuente su utilización para abortar y suicidarse, ya que sus semillas y hojas contienen un principio activo formado por varios alcaloides, uno de ellos muy tóxico: la taxina.
La dosis mortal de las hojas es de dos gramos por kilo en el conejo, cordero y cabra.
Contra la creencia general, la única parte no venenosa del tejo son las cúpulas carnosas y rojas que rodean a la simiente, aunque indirectamente sean las causantes del envenenamiento, ya que su vistosidad las hace apetitosas a los niños que al ingerirlas, junto con las semillas, sufren intoxicaciones.
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